Llorando como lloran los cobardes,

creyéndome perdido y malherido,

durmiendo en una nube por las tardes,

adepto a la tristeza y al olvido.

 

Sintiendo los aullidos en mi alma,

contándole mis penas a la Luna,

borrándome las líneas de la palma,

cantando las canciones de la tuna.

 

Haciéndole caricias a la suerte,

pensando mil ideas sin sentido,

casándome a escondidas con la muerte,

perdiendo una vez más este partido.

 

Fingiendo como un loco que estoy vivo,

cayendo poco a poco hacia el abismo,

dudando sin querer de lo que escribo,

cuidando como un padre de mi mismo.

 

Opinando vagamente de la vida,

sumando en mi cuaderno malos ratos,

observando las manías de la gente.

 

Jugando al diez por ciento la partida,

mirando la huella de mis zapatos,

soñando con dormir eternamente.