Mil disculpas

 

Vanesa que me engañas en invierno,

que quisiste cortarme la cabeza,

a ti que me juraste amor eterno,

en una playa de sol y de tristeza.

 

Brujita que me barre con su escoba,

princesa del palacio de mi casa,

ladrona veinte añera que me roba,

el corazón de un golpe cuando pasa.

 

Razón de los errores que cometo,

la flor de más valor de este capullo,

el alma y el amor de este soneto,

que ahora ya no es mío, sino tuyo.

 

Te pido de rodillas que no dejes,

en la vida de ser buena persona,

te quise cuando tenías veinte berejes,

y te amaré cuando seas cuarentona.

 

Que sería de mi sin ese pelo,

que convierte mi pena en tu consuelo,

con el único fin de arrejuntarse.

 

Te quiero, que se enteren tus orejas,

tan fuerte como la hacen las parejas,

que buscan sin temor aparearse.