No intento curar con pastillas tu ceguera,

que te hace seguir tropezando,

no quiero airear al viento mi bandera,

si no estás tú en mi bando.

 

¡Ay de mi! y de mi orgullo,

ahora que ya no te tengo,

vuelve a mí, sería lo suyo,

aunque sin ti me mantengo.

 

Es verdad que te recuerdo solo a ratos,

sobre todo si me faltan besos,

y guardo en una caja de zapatos,

las noches de lujuria y los excesos.

 

Ahora solo quedan mis escritos,

que guardo bajo la llave en mi cuaderno,

esperando que los lean tus ojitos,

y bajes de tus nubes a mi infierno.

 

Y aunque se que lo que pido no es posible,

ya que tu has olvidado hasta mi nombre,

y tu corazón sigue siendo indivisible.

 

Solo intento nivelar nuestra balanza,

te perdí siendo niño, ahora soy hombre,

aunque jamás he perdido la esperanza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *