Se paró el tiempo en un instante,
cuando vi el mar en sus ojos,
su belleza deslumbrante,
sus labios tiernos y rojos.
Sentí retumbar mi pecho,
y quise llamarlo amor,
alcé mi mirada al techo,
y me encomendé al señor.
Era la chica más bella,
de la Expoocio de Madrid,
una diosa, una doncella,
una amiga de David.
A mí que antes me gustaban,
las chicas del Corte Inglés,
aunque las mejores estaban,
en las clases de francés.
Y a partir de ese momento,
me interesan los idiomas,
traduzco el Nuevo Testamento,
hasta con puntos y comas.
Antes pasaba la vida,
tocándome el aparato,
jugando al risk y al palé.
Ahora es más divertida,
suspirando a cada rato,
por la chica de nestlé.
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