Tu traje de etiqueta, tu sonrisa,
tus guantes de piel, tu corbata,
tus pantacas de seda, tu camisa,
tus dientes de marfil y de hojalata.
Tu pelo engominado, tus patillas,
el brillo que reluce de tu ropa,
tu fajo de billetes, tus cartillas,
tu peluco de oro, tu farlopa.
Tu gran inteligencia, tu cultura,
tus buenas intenciones, tus valores,
tus aires bondadosos, tu ternura,
tu físico imponente, tus amores.
Tus fincas gigantescas, tus negocios,
tu arrogancia cuando hablas, tu atractivo,
tus cenas y comidas con los socios,
tu pose de galán y ejecutivo.
No te cansas nunca de vivir,
todo el día yendo y viniendo,
con tu buen cuatro por cuatro.
Pero quién te iba a decir,
que acabarías ejerciendo,
como un cobarde el maltrato.
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