Contigo he aprendido tanto,
la verdad de las cosas que son mentira,
la cojera del Manco de Lepanto,
tus deditos hurgándome en la herida.
El cáncer de dinero de los ricos,
las rosas con espinas que no pinchan,
las montañas que ya no tienen picos,
los globos que con aire se deshinchan.
El Sol que ni en verano quema,
la Luna que sale por el día,
lo vano de las frases de un poema,
el punki que no quiere anarquía.
Los peces que viven en la tierra,
la flor que con agua se moría,
esa puerta que no abre ni se cierra,
el Manzanares que pasa por Gandía.
Los árboles que no mudan sus hojas,
los coches que circulan por la acera,
el agua del mar que ya no moja,
la lumbre que no arde con madera.
El desierto que no tenía arena,
aquel zoo de las jaulas vacías,
el manicomio repleto de cuerdos.
El preso que no vive en su trena,
el melonar rebosando de sandías,
los parlamentos vacíos sin sus cerdos.
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