Conozco yo a un muchacho,

a un miembro viril pegado,

que casi siempre pilla cacho,

que vive para el pecado.

 

Cierto día el susodicho,

conoció a su gran amor,

era su dulce capricho,

un regalo del señor.

 

Aunque yo siempre decía,

que esa chica era muy rara,

mi amigo me respondía,

no me des tanto la vara.

 

No es por sacarte de quicio,

ni quiero dejarte en cueros,

ayer la vi en el servicio,

pero en el de caballeros.

 

Espero que no te alteres,

cuando sepas la verdad,

pues quizá esta te asombre.

 

La mujer que tanto quieres,

que se hace llamar Soledad,

es Manolo y es un hombre.