Tus ojos para mi latir,

son la fuerza del viento,

que recoge mi lamento,

y deshecha mi sufrir.

 

Mi alma tan puritana,

sigue llora que te llora,

y seguirá hasta la aurora,

que da luz a la mañana.

 

EL luto de mis cabellos,

desprenden un fuerte aroma,

y no aguantan una broma,

si alguien se mete con ellos.

 

Mi boca antes tan sonora,

ahora se encuentra callada,

triste a la par que sosegada,

pues ya nadie la enamora.

 

Maldigo aquel celestino,

que en un caluroso verano,

puso mi alma en tu mano,

y mi cuerpo en tu camino.

 

Mi corazón echo trizas,

solo intenta dar la talla,

y no tira la toalla,

no quiere verse en cenizas.

 

Soñé que soñabas conmigo,

y sentía que amabas,

y en mis brazos despertabas,

y mi almohada era tu ombligo.

 

Gracias te doy por despreciarme,

y matar por lo que vivía,

la llama que día a día,

recordaba al levantarme.

 

Muere hoy la mariposa,

que ayer tan feliz volaba,

ni siquiera ella pensaba,

que acabaría así la cosa.

 

Y con esto ya concluyo,

como es esto del amor,

cuando uno es una flor,

siempre el otro es un capullo.