Acabo de trepar a su ventana,
y la he visto tan bella allí dormida,
que solo he susurrado;¡hasta mañana!,
y he vuelto para casa, así es la vida.
Me he ido sin dudar al tendedero,
y allí he puesto al sol mi corazón,
que quiero que se entere el mundo entero,
que estoy lleno de amor y de ilusión.
Por eso voy a intentar volver a verla,
no voy hacerme mas el remolón,
ni pienso dejarlo para luego.
Sus ojos son el brillo de una perla,
su piel como el mismísimo algodón,
y sus labios ardientes como el fuego.
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