Su boca solo habla cuando calla,

pero si calla habla de verdad,

si la echas un piropo se desmaya,

y cambia sus quejidos por bondad.

 

Pero la historia se repite sin embargo,

cuando ella me perjura ¡nunca mais!

tu miedo lo he pagado con recargo,

pensando que es a otro a quien amáis.

 

Y ahí se separaron nuestros cauces,

sin saber donde desembocar,

tus lágrimas son como los sauces,

¡quizás nos encontremos en la mar!

 

Después solo quedan los despojos,

las ganas de perder, y fracasar,

las ojeras plañideras en los ojos,

las ansias de morir por no matar.

 

Le digo a la sangre de mis venas que no corran,

lo cierto es que aunque quiera no se borran,

las marcas en mi alma de carmín.

 

Confieso, que se entere el mundo entero,

sudo sangre el catorce de febrero,

sabiendo que no lloras más por mí.