Que pena convertirte en un esclavo,

del sexo anal tan solo por dinero,

mírame a mi, tampoco tengo un chavo,

y tengo bien tranquilo mi agujero.

 

Tu que siempre presumías de ser un macho,

incluso a veces me llamabas mariquita,

con tu ronca voz y tu mostacho,

y debajo de ese traje tu tanguita.

 

Deja de una vez de aparentar,

y para ya de hacerte el chulo,

no hagas mas de tripas corazón.

 

Que a este paso vas a reventar,

pues tienes un boquete en el culo,

igual que la bandera de Japón.