Cuando la pálida luna,

le canta las cuarenta a las estrellas,

es cuando el sol se acuna,

en un aren de nubes y centellas.

 

Por otra parte el viento,

arranca los pétalos de las flores,

presumiendo de talento,

adorna las aceras de colores.

 

Y qué decir del mar,

que suavemente adiestra a sus olas,

y les obliga a saltar,

por encima de las farolas.

 

Mientras que nosotros,

seguimos contaminando,

los unos a los otros,

nos vamos machacando.

 

La verdad es una pena,

que un planeta tan bonito,

termine por donde empieza.

 

Así que rompe la cadena,

y aporta tu granito,

para salvar la naturaleza.