El ínclito fascista del tercero,
que reza por las noches el rosario,
se ríe mientras pega a un barrendero,
con el hijo menor del comisario.

Sus viejos, dos ediles falangistas,
apoyan los valores de su hijito,
y paran de camino en autopistas,
para que este se ponga su tirito.

Ellos son una familia feliz,
se ríen juntos en los cines,
“¡oye mamá, me sangra la nariz!
¡no te preocupes hijo, tengo clínex!”

“¿Hijo mío, no quedas hoy con tu amigo?
¿Y si salís juntos, donde vais?
Pues a dar palizas a un mendigo.
Eso está bien, que os divirtáis.”

“Anda y vete ya al peluquero,
y córtate el pelo al cero,
que tu madre está enfadada.”

“Si no esta noche no cenas,
¡que lo nuestro va en las venas!
somos cabezas rapadas.”