Lo cierto es que a menudo fantaseo,

me subo en lo alto de una nube,

y ardo a fuego lento de deseo,

con aquella amante que nunca tuve.

 

Vuelvo a la Tierra y estoy solo,

y tengo que inventarme otro papel,

ahora soy un ardiente Marco Polo,

que viaja por los valles de tu piel.

 

Y no conforme con todo esto,

decido acabar siendo cantante,

con pitas de macarra muy apuesto,

que escupe cuando canta a Bustamante.

 

Entre aplausos me voy del escenario,

cansado del oficio de cantar,

y me meto en un confesionario,

a escuchar a jovencitas pecar.

 

Por desgracia hubo un chivatazo,

y alguien me echó de la iglesia,

me propinó un fuerte escobazo,

que me produjo esta amnesia.

 

Solo recuerdo aquel hombre,

creo que debía ser un cura,

porque iba uniformado.

 

Maldijo a voces mi nombre,

porque yo la tenía dura,

y eso si que era pecado.